El piloto holandés ha dejado atrás sus problemas en cuanto a madurez y experiencia y está muy cerca de conseguir su sueño: ser campeón del mundo de Fórmula 1.
Todos tenemos encantos. No tres, como diría Dani Martín, pero algunos, sí, depende del punto de vista. Uno de ellos es la madurez, la experiencia que uno va adquiriendo con el paso de los años y que ayuda a ver la vida de una manera completamente distinta a la que se ve cuándo eres más joven. En el caso de Max Verstappen, esto ha sucedido. En 2021, el piloto de Red Bull ha dado el paso adelante que tanto necesitaba y está muy cerca de conseguir su sueño: ser campeón del mundo de Fórmula 1. No solo eso, sino que puede derrocar la dictadura que ha impuesto Lewis Hamilton, a los lomos de su Mercedes, en la última década.
El Gran Premio de México es la prueba perfecta de que, si uno está centrado en el objetivo que quiere conseguir, puede lograrlo. Desde el primer momento, tras la primera frenada, en la que el neerlandés logró superar a los dos Mercedes (salía tercero en la parrilla), las cosas iban a salir de cara para la estrella de la escudería energética, revitalizada tras la vuelta de Adrian Newey, sin duda una de sus piezas clave. El dominio que mostró el ’33’ a lo largo de toda la carrera dejó claro que iba a ser un Gran Premio diferente, como muestra de la temporada que ha venido realizando y que, sin duda, le está encumbrando a la cima como el mejor piloto de su generación.
Más maduro, más calculador
Verstappen ha desterrado de una vez por todas su fama de impulsivo. En esta campaña, el corredor se ha dado cuenta de que, si quería ganar a las ‘flechas plateadas’, tenía que estar centrado en el blanco, en la meta que quería conseguir. Es por ello por lo que, desde el comienzo de la temporada, rara ha sido la carrera en la que uno de los corredores con más talento de toda la parrilla ha cometido un error. A diferencia de años anteriores, Verstappen ya no solo piensa en ganar, sino en conseguir el mayor número de puntos posibles. Da igual si tenía que ser segundo, tercero o cuarto, el objetivo es conseguir unidades, y es por ello, que los riesgos tenían que ser mínimos, algo que ha entendido a la perfección.
La forma en la que ha pilotado es la de un auténtico campeón del mundo. Agresivo pero sin llegar a poner en peligro a sus competidores, calculador cuando ha tenido que serlo, y, sobre todo, aprovechando los errores de su gran rival para poder sacar la máxima ventaja posible, Verstappen está a muy pocos pasos de conseguir la primera corona de su carrera deportiva en la máxima categoría del deporte del motor. La forma en la que ha conseguido canalizar su experiencia a través de sus errores es un auténtico ejemplo para todas las generaciones que vienen pujando desde las categorías inferiores, un auténtico espejo en el que mirarse.
La madurez que se alcanza con la experiencia es la mayor virtud que puede tener una persona…